(Comienza en “los extravíos de la razón")

Pero los hombrecitos, como yo, se cansaron de tanto infierno y empezaron a rescatar la alegría.

Casi sin darme cuenta, se desenredaron de sus escaleras y empezaron a volar, a bailar…

La otra cara de la moneda.

Por entonces leía la inteligencia de las flores, de Maeterlinck;
me gustó lo de “El perdón de las injurias”, pese a máscaras y a verdades, o con ellas, el sol sigue saliendo.Y junto a estos nuevos hombrecitos me siento liviana y voladora. Me disculpo mis extravíos, para visitar el cielo, por unos instantes, y ellos se quedan a vivir allá.


V Lemme

13.11.12

La mascara




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