(Comienza en “los extravíos de la razón")
Pero los hombrecitos, como yo, se cansaron de tanto infierno y empezaron a rescatar la alegría.
Casi sin darme cuenta, se desenredaron de sus escaleras y empezaron a volar, a bailar…
La otra cara de la moneda.
Por entonces leía la inteligencia de las flores, de Maeterlinck;
me gustó lo de “El perdón de las injurias”, pese a máscaras y a verdades, o con ellas, el sol sigue saliendo.Y junto a estos nuevos hombrecitos me siento liviana y voladora. Me disculpo mis extravíos, para visitar el cielo, por unos instantes, y ellos se quedan a vivir allá.
V Lemme
Pero los hombrecitos, como yo, se cansaron de tanto infierno y empezaron a rescatar la alegría.
Casi sin darme cuenta, se desenredaron de sus escaleras y empezaron a volar, a bailar…
La otra cara de la moneda.
Por entonces leía la inteligencia de las flores, de Maeterlinck;
me gustó lo de “El perdón de las injurias”, pese a máscaras y a verdades, o con ellas, el sol sigue saliendo.Y junto a estos nuevos hombrecitos me siento liviana y voladora. Me disculpo mis extravíos, para visitar el cielo, por unos instantes, y ellos se quedan a vivir allá.
V Lemme
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